Llegaste cuando estaba todo en ruinas: mi vida,mi suerte,mi cabeza.
En lugar de dar media vuelta,acampaste ahí,cogiste las herramientas,
buscaste un nuevo plan de reformas,y te pusiste a intentarlo.
Cada vez que se caía otra piedra más,apartabas la cabeza y después,
volvías a ponerla en su sitio,rogando que no se cayera nunca más.
Cuando ni me di cuenta,ya estaban hechos los cimientos,
porque trabajabas sin descanso,de sol a sol,
para construir otra vez lo que algún día fue.
Quizás te impulsaba la curiosidad,
o quizás te gustaba lo que podría ser al contruirse.
Todavía no lo sé.
Lo único que sé es que esas ruinas volvieron a tener vida de repente.
Y con vida,me refiero a que querían reconstruirse,
algo que no había pasado desde hacía mucho tiempo.
A ellas les gustaba tu compañía,y que cuidaras de ellas,
que labraras piedra a piedra con todo tu tesón y de corazón.
Ahora esas ruinas poco a poco se están convirtiendo en una casa humilde.
La casa humilde que tú has construido con el tiempo.
Esa casa está ahí,esperándote,para que vivas en ella;
ella adora que seas su único dueño.
No puedo ofrecerte más que esa casa que ves,
con la de excepción de alguna cosa más.
Pero si te sirve,quiero que sea tu hogar durante mucho tiempo.
Y el mío.
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