martes, 28 de julio de 2015

Qué bien lo sabes

Qué bien sabes hacer que me vaya de mí. 
De una forma salvaje y estrepitosa. 
Con un nudo en la garganta, 
con ganas de desgarrar ropas con las uñas.
Con una mirada de fuego, 
que no quema pero incendia.
 Después te haces cascada,
 para apagarme o para encenderme.

 Tú encuentras ese botón de ascensor, 
que en mi cuerpo cambia de sitio.
Yo conozco mi palanca de emergencia. 
Aquella que tiro cuando grito de rabia, 
si noto un escalofrío en la espalda, 
o un impulso de dolor.
 Aquella que arrebata orejas, nariz y cara y estaciona en una parada más.
 Para esperarte.

Soy el taxi que me lleva a mí misma a la desesperación, al querer y no poder.
Al sentirte entre mis dedos, y verte esfumada. 
Puesta en el aire como un instrumento, que no necesita tacto para ser tocado.

Eres aire, eres oxígeno. 
Eres pureza entre tanta polución.
Demasiado monóxido en el aliento. 
Demasiadas ganas, de enfrentarme con tus brazos, para superponernos con los míos. Demasiados momentos recordando tus ojos, tu profundidad y desvelos.

Demasiado tanto para tan poco tiempo entre mis pestañas.
Entre pesadillas y atrapasueños.
Leyendas de indios y mayas.
Cuentos chinos, charlas italianas.
Bares que hacen esquina en edificios de piedra.
Gotas de lluvia que mojan nuestro retrovisor.

Para que te veas reflejada,
y note esa pasión iluminada
dando vueltas en el coche.
Recorriendo carreteras de noche,
caminos sin estela
y paisajes que no alcanzamos a ver antes.

Alimentándonos de sudores de verano
todo se puede ver:
Se divisan hasta las hormigas.
Se nota como los días vuelven,
cómo se hacen más largos y eternos.
Pero son estos días que no quieres que se acaben,
que te corrompen hasta las entrañas,
que dan paso al corazón que no quiere marcharse
sin una huida perfecta.

Te doy media vida

Te doy media vida para que me convenzas
De que el error ha sido nuestro

Que el destino revela las cartas
Y nos ha tocado el as de bastos

Como los días sin vernos
Sin aguantarnos las miradas con el paso

Con el rubor en las mejillas
Con el sonido de pisadas
Acompañando los cuartos del reloj del pasillo
Y un montón de hierba tirada en suelo
Que el polvo cambió solo de sitio

Se lo llevó el viento.
Como se ha llevado
Las tristezas y alegrías
Las lágrimas del día después
La oscuridad que te invadía hace ya un rato
Tus ojos tristes e ingrávidos
La mirada perdida
La nariz seca después de tanto llanto
El ocaso 
El color gris de tu cama recién hecha
Tu pena,tu añoro
Pero el sentir se lo ha guardado

Como un regalo que entregas debajo de la mesa
Para que el otro lo coja con las manos
Y pueda sentir la emoción de un ciego ilusionado
Que no puede ver pero siente el doble
Al recuperar su mirada por un momento entre tanto frío
Entre tanta desesperación y dolor

lunes, 27 de julio de 2015

Cosas que no puedo contar(te)

Entiendo.
Te comprendo más de lo que crees.
Envuelta en llamas te he encontrado. 
Tus ojos apartados de mí.
Tu cuerpo depositado en el suelo, triste y resonando.
Tu pelo enmarañado pero perfecto.
Tu sonrisa apagada.
Me han dado ganas de comprar(te) un interruptor.

Entiéndeme.
No sé ser de otra forma.
Me congelo a ratos, otros me evaporo.
Soy gas o líquido dependiendo del momento.
Soy ese duende que no conoce límites,que no se olvidaría de respirar(te). 

No sabes cuánto.
Nunca.

Que una sonrisa...

Que una sonrisa tuya me dé
ese calor que necesito.

Estamos a treinta grados
pero yo me congelo.

Necesito tus manos en mi corazón
Tu aliento en mis besos
Y un profundo cantar de tu voz
para que todo vaya funcionando
para que esta máquina se arregle

que se ha estropeado cuando te fuiste
que se ha estropeado con tu silencio
que va remontando el vuelo con tu presencia.