El mar se enfada al observar que niego mi sombra.
Las olas azotan y quieren llegar a mi espalda,
como latigazos por negar mi existencia.
El agua hoy está enfadada.
Pues hoy no la admiro,ni sus aguas ni la playa.
Hoy miro hacia el infinito.
En esta noche sigo tus huellas,
encierro tus recuerdos,
pues es lo único que me queda.
Y en el medio de la playa,
encuentro una caracola.
Una caracola que me susurra tu nombre.
Aquel que después de mil noches sin ti no quería recordar.
Vuelve así aquel horror.
Los latigazos del mar no duelen tanto como este dolor.
Pues él no entiende que niego mi sombra porque me recuerda a ti;
miro al infinito porque el mar me recuerda a ti.
Mi sombra es tu fantasma,
y rememora los paseos,los días en esta playa.
Mi sombra se parece a lo que teníamos;
la compañía,el silencio,nuestros pies descalzos.
Por eso la niego.Porque quiero que se vaya.
Mi sombra,tus huellas,el mar.
Quiero que se vayan,como te fuiste tú.
Y me dejaste así,sin un perdón,ni un adiós.
Por eso cuando me atrevo a mirarme te veo a ti.
Y desapareces otra vez,como siempre has hecho.
Y es cuando me doy cuenta que la realidad para mí,
es el fantasma que decidió no volver.
Muy bueno Cristina. Transmite mucho. Este poema me gusta aun más que el anterior. Lo comparto :)
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