Decía Galeano que el amor es una enfermedad, y de las más contagiosas.
Una enfermedad que todo lo cura y a la vez, nos mata de dolor.
Un milagro y una penitencia.
Una tortura y pura ilusión.
Nos hace sentirnos capaces de todo, como si el mundo estuviera a nuestros pies y a la vez sentirnos pulgas que se agazapan sobre el terreno, miserables, que solamente saben morder el polvo.
El amor.
No existe un concepto más contradictorio y paradójico que ese sentimiento y lo que produce.
Y no hay mayor misterio que las causas de su producción.
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