sábado, 23 de marzo de 2013

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Atentos al fulgor de la noche,
o como las heridas se escapan de nuestras manos.
Atentos a aquella flor que crece entre las malas hierbas.
Quien diría pues,que esa pequeña flor sea un pedazo de esperanza.

El invierno es frío,los pájaros emigran,lloran,susurran su adiós hasta el año que viene.
Pero esa flor sigue ahí.
No dudo de su fortaleza,ni de sus ganas de seguir creciendo.
No dudo de ella, de su existencia o del paso del tiempo.
Sigue ahí,nada le hace mella;
sigue creciendo a pesar de los días grises,
las mañanas tristes y encandiladas.

No teme al fuego,al hielo y a todos los elementos.
Es más,es pequeña pero nadie la enfrenta.
Es pequeña,pero su tamaño nos priva de observar su inmensidad.

Observar aquella fortaleza que deberíamos poseer todos nosotros.

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