Por primera vez no siento frío en las carnes,ni se me cae la piel a trozos.
Por primera vez noto el calor en mi rostro,y un tenue haz de luz sobre mi ventana.
Me hubiera gustado sentir esa sensación otra vez,como dos partes que se vuelven una,o al observar la pluma escribir sobre un papel.
Pero yo no soy una pluma,ni un libro abierto;ni siquiera soy la letra o los márgenes de ese libro maltrecho.
Soy el bote de tinta vacío.
Por eso la pluma no escribe;por eso,las letras no se dejan ver por la imaginación del que las escribe.
No soy un pájaro ni su rama,ni sus crías que están a punto de nacer.
Sólo soy un nido abandonado,destrozado por el sino y la naturaleza;no horrible y demacrado,aún mantiene su forma,pero vacío y posado sobre las hojas.
No soy aquella puerta que ves todos los días,ni su pomo,ni el pestillo,sólo una esquina de madera que la adorna arrasada por las polillas.
Por eso,la puerta abre pero se rompe poco a poco.
Por eso,el pájaro canta pero abandona el nido sin dudarlo.
Por eso,el escritor no quiere ni puede escribir.
Porque soy madera demacrada,un bote de tinta sin tinta y un nido en el que no se quiere vivir.
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