Agua,sal,el sonido de las olas al romper.
Las brisa del mar,las huellas en la arena,el calor acariciando mi espalda.
Cierro los ojos y me imagino en esa playa,caminando sobre la arena o recorriendo sus aguas.
Me imagino sentada,observando la línea que surca el horizonte,notando la brisa en mi rostro y el paisaje tiñéndose de azul.
En mi niñez envidiaba a los peces porque el mar fue su hogar siempre.
A veces,me sentía parte de él,pero el agua me enviaba a tierra otra vez.
Yo siempre he nadado a contracorriente;
he luchado por permanecer allí,en ese lugar,pero no me pertenece.
Aunque surcara con un barco las aguas y me adentrara en el medio del océano,acabaría volviendo a casa.
Porque el mar no es mi hogar,aunque quisiera enteramente que lo fuera.
Allí no tengo miedo de la soledad,ni de lo que ocultan sus profundidades;
estamos él y yo.
Sólo me dejo llevar por sus sentencias y deseos.
El mar es muy viejo,sabe más de los sueños y de lo que la vida conlleva.
Es el lugar de descanso de muchos y donde ahogan las penas;
esconde demasiados secretos que cualquiera anhela.
A cada marea le canto yo tu esplendor.
Mis versos atraviesan la más densa niebla para llegar hacia ti.
Por eso,cuando llegue mi hora,quiero que prendan la hoguera;quiero volver a aquella playa y que mis cenizas descansen en tus aguas.
Así podre hacer de ti mi hogar;haciendo que lo que en vida no pude,después de mi muerte se conceda.
Descansar allí,eternamente.
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