Hay sonrisas que se guardan en cajones tirados, desordenados.
Hay sonrisas que remueven tripas, las hacen salir de viaje, para después no acordarnos.
Hay sonrisas plasmadas en noches a cielo abierto, y cuyos dientes son un cielo estrellado.
Hay sonrisas que se esconden en comisuras, en sueños olvidados.
Hay sonrisas que se mimetizan con la tinta para dar calidez.
Hay sonrisas que se mueven a sol y sombra, que se hacen abrigo de la piel.
Hay sonrisas que buscan otras, como un trozo de papel a su libreta.
Hay sonrisas esfumadas, que el humo no deja ver, pero sí el corazón.
Hay sonrisas que propician encuentros sin razón, sonrisas que buscan casualidades sin causa.
Hay sonrisas que maquillan tristeza, dolor y rabia. Sonrisas que mueven fuerza.
Hay sonrisas que permanecen abiertas para esperar respuesta.
Hay sonrisas que eliminan la soledad a golpe de martillo.
Hay sonrisas que no saben dónde aspirar purpurina para desaparecer.
Hay sonrisas en el metro, en la moneda del músico de la línea tres.
Hay sonrisas en caras tapadas por la convicción.
Hay sonrisas que las encuentras hasta en el congelador.
Hay sonrisas de las que quieres escapar, y te sorprenden por la calle, para sonreírte una vez más y que las recuerdes. Da igual si ha sido un momento fugaz,un hola por casualidad, un segundo sin importancia recogido de mil preguntas.
Un adiós que ha sido en silencio sin respuestas. Un universo que gira en torno a tu mente, que lo recorre sincero y no le encuentras significado. El por qué, más bien, hay sonrisas que no se olvidan nunca, ni taladrando la pared. Ni retumbando el cielo para hacer entender al suelo la desdicha y el recuerdo.
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