Sentado sobre la arena,pálido,mirando al infinito,con su carta,sus recuerdos,la luna brillando.
Sentado en el sitio de siempre y con las lágrimas que nunca había derramado.
Ni por sus padres,a los que no había conocido,ni preguntándose el porqué de sus circunstancias,nada sencillas ni fáciles.
Le dejé marchar-piensa él-y un tumulto de lágrimas invaden una arena no acostumbrada al agua dulce.El pobre chico empieza a pensar,y a darle vueltas a la cabeza,con recuerdos;punzadas que invaden por todas partes;ya le costaba respirar desde aquel accidente.
Un siniestro con una moto,una chica de 19 años muerta por culpa de que el conductor se había sobrepasado tanto el alcohol como el límite de velocidad.Él,grave en el hospital;ella,muerta en el acto.
Un mes después el conductor hacía su vida de siempre y se recuperaba poco a poco a diario.
Ella,era aire,esencia,con su cuerpo bajo tierra.
Y el pobre chico tirado sobre la arena,en el sitio de siempre,pero no con la chica de siempre.
Lo único que le queda de esa chica es una carta que no ha sido capaz de abrir.Ni antes ni después.
No la abandona,pero no la abre,temeroso de las letras,o de lo que pasará después de leerla.
Quizás tendría que decir adiós,o aceptar el hecho de que no va a volver a verla,pero mientras no la abre se mantiene el recuerdo,o la sensación de que puede evadirse de ese hecho,que es un hecho,pero a sus ojos inaceptable.
Entonces,la culpabilidad empieza a hacer mella en un corazón que ya no se sabe si siente.Pues,hace justo un año,la había sacado de la muerte,y no podía aceptar que esta vez había sido en vano.
Yo observo a ese chico todos los días en el lugar de siempre.Sé lo que siente,y también me fijo que hay una carta en su mano.Se aferra a ella como si fuera un tesoro mundano,o lo más maravilloso y preciado que tuviese.Mira hacia el infinito,o el horizonte,y si le saludas te responde el silencio.
Es como si no estuviera en este mundo porque ya no está ella.
Podría acercarme y decirle que debería seguir con su vida.Podría asegurarle,porque lo sé con certeza,que si no la hubiera salvado hace un año tendría el mismo destino que ha tenido ahora, pero ha sido más tardío.Puede que se le tiñera de esperanza el corazón al contarle que le ha dado el mejor año de su vida,a ella y a todos los que le quieren;que él fue un antes y un después;que lo quería como jamás había querido a nadie.
Si no la hubiera salvado hace un año,a ella,a él mismo,quizás no habría nada que recordar ni de qué lamentarse.Me duele ver que ese chico desolado,un héroe errante pasea por el sitio de siempre,recordando lo de siempre,pero con un dolor que nunca había sentido.
Si lo supiera,a lo mejor podría abrir esa carta,y después de leerla seguir adelante.
Mas yo sólo cuento historias,no escribo finales felices.
"Siempre nos cuesta decir adiós.Es más fácil poner un punto a parte,recomenzar,rebobinar,incluso retroceder.Nos cuesta olvidar,avanzar y a veces creer;no mirar hacia atrás.
Nos cuesta y nos aferramos a ello como aquella carta.Y al soltarla,nos arriesgamos siempre al "¿y ahora qué?",porque nos da miedo lo que no conocemos."
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