Sentado sobre la acera y con un pitillo entre los dedos me encuentro.
El cielo se asemeja al humo que ahuyento: gris y turbio.
Que entre calada y calada reflexiono sobre la existencia;
soy como Holmes con una idea a punto de mermar.
Reflexionando sobre el yin y el yang y la utilidad que le damos a todo permanezco,
y observo la cantidad de pequeños detalles que los viandantes ni siquiera han parado a fijarse:
La belleza de una bolsa dejándose llevar por la brisa,cuando ésta realiza peripecias;
la sonrisa de un pequeño,inocente,ante un mundo que le parece desconocido pero no por ello malo.
Me hace reflexionar con qué tipo de arrogancia nos han creado,quizás poca capacidad visual,
para no darnos cuenta de lo maravilloso de tales sucesos.
En ese momento,justo el pitillo se empequeñece,
y en un último arrebato lo tiro al suelo como una esperanza que se despedaza sobre el asfalto.
Símbolo de la mediocridad lo llamo.
El mismo que me ha hecho darme cuenta que soy uno más de ellos.
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