Frente a frente,
mejilla con mejilla,
nos miramos a los ojos.
Volamos con los párpados
sintiendo los latidos.
El cerebro apuntando
con la herida abierta.
La sangre recorriendo
los rincones más puros:
Los limpia, luego los seca.
Atraviesa la moralidad:
Las flechas de aquellos
que no apuntan en la diana.
Pero ya está Cupido
disparando en la dirección correcta,
o al contrario:
Fuimos algo inesperado, esos errores que estás tan segura de que no tienen sentido que se convierten en aciertos.