viernes, 29 de mayo de 2015

Reflexiones (IV)

Noté como todo se había desvanecido. En el transcurso, no he conseguido mantener la mirada al frente. Mi cuerpo se había paralizado, las manos soportaban el peso de dos paredes queriendo juntarse. La respiración no daba más de sí, buscando agotarse.
Quizás sea más fácil aprovechar las manos, para deslizarse a ambos lados, o para crear sueños que no puedo recuperar. Siempre he pensado que si no aplicara una fuerza contraria jamás soportaría el peso sobre mi cuerpo. He entendido que las paredes son el apoyo, que nunca cesarán de juntarse, de entenderse, y que no me interesa luchar en contra de lo que no puedo ganar.
Se puede vivir con la garganta seca y los pulmones apretados, En cambio, no se puede vivir con el peso de lo que nos pasa. Así que siempre cierro los ojos, y espero que con el tiempo respire profundo, el agua llegue a su cauce y las paredes desaparezcan.